En San Juan de los Terreros, al norte de la andaluza provincia de Almería, hay un buen número de interesantes puntos de buceo. De modo que nos dirigimos a esta pequeña localidad de la costa del levante almeriense para descubrir sus fondos.
Nos alojamos en Valle del Este, un fabuloso y tranquilo hotel en Vera. Todo este litoral es muy interesante, se encuentra en buen estado y se ha mantenido bastante protegido de la voracidad urbanística que impera en muchos otros puntos del mediterráneo español. Y eso siempre es un buen punto de partida para cualquier visitante que como los buceadores buscan la belleza y los paisajes, aunque nosotros nos focalicemos más en los sumergidos pero por supuesto valorando también la conservación y el respeto del entorno emergido.

Pues bien, desde un pequeño embarcadero en la Cala Panizo cargamos nuestros equipos en la embarcación del centro de buceo Isla Negra y emprendemos la navegación rumbo al sur, siguiendo la línea litoral. Unos 15’ después llegamos a una zona en mar abierto con 3 boyas que balizan los respectivos puntos de buceo a lo largo de una extensa barra sumergida. Nosotros nos amarramos a la que se encuentra más al sur y descendemos a una plataforma rocosa cubierta de algas verdes y Padina pavona, con su inequívoca forma circular de color blanquecino.

Nubes de pequeños peces como las castañuelas inundan nuestro campo visual hasta que, descendiendo por un pronunciado cortado, nos adentramos en un entorno en el que dominan las grietas, las hendiduras y las pequeñas cornisas rocosas, oscuras pero deslumbrantes por la presencia de los anaranjados reyezuelos o Apogon imberbis.
Si continuamos y descendemos hasta la base encontraremos bloques rocosos sueltos y dispersos a los que merece la pena prestar atención y tal vez delatemos la presencia de alguna discreta escorpa que tan bien se camufla pasando desapercibida como si se tratara de una pequeña roca más, hasta que encendemos la luz que le devuelve sus colores naturales

La profundidad máxima en este punto llega a los -27mts por lo que tendremos que estar pendientes de nuestro consumo y de la absorción de nitrógeno, aunque cuando iniciemos el ascenso iremos eliminándolo cómodamente mientras nos entretenemos en la plataforma, llena de coloridos peces como los fredis, julias y dondellas, en un gran socavón en forma de cráter que da nombre a la inmersión.

Y tras una excelente inmersión vespertina, una no menos sublime cena en el restaurante Juan Moreno, experiencia gastronómica de actualidad y tradición en el plato que puso un colofón casi insuperable a la jornada sensorial en el sorprendente levante almeriense.
