El Museo Atlántico es visita obligada para todos los buceadores que se acerquen por Lanzarote.
Lanzarote, un destino de buceo
Lanzarote es un destino fenomenal para cualquiera, pero los buceadores le sacarán todavía más partido al encontrarse con unos fondos de tremenda fuerza natural, donde la vida abunda tanto en cantidad como en tamaño y en los que la visibilidad del agua es extraordinaria, siendo muy habitual gozar de transparencias por encima de los 20 metros.
Y para mí, una de las inmersiones imprescindibles es la del Museo Atlántico, ese trozo de fondo marino yermo y arenoso en el que se han depositado un buen puñado de estatuas y esculturas cargadas de simbolismo.

Tenemos que desplazarnos hasta el sur de la isla, hacia Playa Blanca para coger una pequeña embarcación que en pocos minutos de navegación nos dejará encima del museo, que yace a poco más de diez metros de profundidad.

Un museo para bucear en Lanzarote
El montaje artístico recrea variadas situaciones, algunas tan actuales como la obsesión por el teléfono móvil -una pareja despersonalizada y sin rostro posa para un selfie- o el drama de las pateras, con un montón de personas apretujadas en una pequeña embarcación a la deriva en un mar casi infinito, como los fondos de Lanzarote.

Otras esculturas tienen un enfoque atávico, como las referencias a los cactus de la isla y también artístico, dotadas de un simbolismo más o menos explícito, como el extenso muro en el que se abre una puerta al mar.

Esculturas, arte y vida bajo el mar de Lanzarote
Pero la gran fuerza que adoptan estas esculturas reside en el marco sumergido, en descansar en un desierto arenoso donde quedan iluminadas por una luz tamizada que contribuye a darles un halo fantasmagórico y misterioso. Navegar entre ellas, serpenteando y descubriendo detalles imperceptibles nos hará sentirnos los privilegiados visitantes de un museo intemporal, ingrávido y extraterrestre, donde todo transcurre lento y pausado, donde el silencio de los museos se mide en metros de profundidad.
