El ermitaño del mar

El ermitaño del mar

El cangrejo ermitaño es uno de los animales que despierta más simpatías por la curiosidad de su aspecto que nos recuerda a un viajero con roulotte, pues siempre arrastra y se traslada con el complemento de un caparazón ajeno, concha que recoge de entre las que encuentra vacías en los fondos y que utiliza como refugio y,  cuando se le queda pequeña, generalmente la cambia por otra mayor. Digo generalmente porque en ocasiones el cangrejo se hace acompañar de una esponja (Suberites domuncula) que recubre la casa del ermitaño de modo que éste no tiene que buscarse nueva concha cuando crezca sino que la esponja crece con él.

Tanto acompañado de la esponja como llevando a la anémona, el ermitaño consigue protección pues la esponja es portadora de sustancias venenosas y la anémona (habitualmente la Calliactis parasítica o bien la Adamsia carciniopados) es altamente urticante de modo que en cualquier caso ambos obtienen el beneficio que en el caso del ermitaño es la protección del acompañante frente a sus depredadores, sobre todo  su mayor enemigo, el pulpo, mientras que en el caso de la esponja o de la anémona, obtienen la posibilidad de viajar cómodamente (cuando en otro caso estarían permanentemente atados al fondo) y optar de este modo a nuevas fuentes de alimentos.

Este lleva nada menos que 3 anémonas

 

Hay multitud de especies de cangrejo ermitaño, aunque las más habituales suelen ser Dardanus calidus, que se hace acompañar de anémonas y que frecuenta fondos rocosos, blandos y praderas de posidonia, y  la Brujita (Clibanarius erythropus), más pequeño y capaz de abandonar el agua y salir a caminar a superficie.

Así, estemos bien atentos en nuestras inmersiones pues a poca profundidad ya podemos observar estos curiosos seres.

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