El pulpo es uno de los animales más sorprendentes de nuestro mar y su encuentro por el buceador es siempre emocionante.
Ver pulpos buceando es bastante habitual. Uno de los últimos encuentros lo tuve en una inmersión en la conocida cala El Racó de Calp, donde un pequeño pulpo se afanaba en buscar alimento y se mostraba receptivo a posar ante el fotógrafo.

El pulpo, animal de compañía…
El pulpo es un molusco cefalópodo dotado de una gran inteligencia y su capacidad para resolver problemas está demostrada científicamente. Lo que no era tan conocida era su empatía. Aunque los buceadores siempre hemos considerado al pulpo un ser especial, que parecía transmitir cierta conexión y que muchas veces se mostraba curioso y ávido de interactuar, ha sido el famoso documental Lo que el pulpo me enseñó quien más ha contribuido a popularizar a este peculiar animal y, quien sabe, a que algunos admitan al pulpo como animal de compañía.

El pulpo es un maestro del camuflaje
Es conocida la capacidad del pulpo para mimetizarse perfectamente, variando no sólo el color de su piel sino también su textura para adaptarla al entorno con el que se quiera camuflar. Como sin duda sabemos, esto lo consigue gracias a los cromatóforos, unas células que le permiten jugar con la intensidad de los colores de su cuerpo.
Del mismo modo, cambia rápidamente los tonos de su librea en función del estado de ánimo: si se siente acosado, si se dispone a cazar a su presa… Así, el pulpo es un maestro del camuflaje que puede pasar desapercibido para casi cualquiera.

Los depredadores del pulpo
Pero con quien lo va a tener más difícil es con sus depredadores, fundamentalmente la morena y el mero, aunque también es habitual encontrar pequeños serranos que, envalentonados al acudir en grupo, acechan y agobian al pulpo hasta agotarlo y entonces intentan comérselo entre todos. Por eso se suele decir que un buen indicio para descubrir la existencia de un pulpo es advertir la presencia de 2 ó 3 serranos cerca: buscad por las proximidades porque es más que probable que nuestro amigo esté ahí.
Dejemos de agobiar al pulpo
Si bien el pulpo es un animal sociable no por ello debemos persistir en agobiarle. Una cosa es invitarle a jugar, como cuando lo descubrimos en su guarida y acercamos los dedos para, sin tocarle, provocar que con su curiosidad sea él el que nos acerque los tentáculos y entre en contacto, y otra cosa nada aceptable es introducir la mano u objetos para forzar su salida de la guarida, estresándolo y obligándole a que nos tire tinta, lo que siempre supone un esfuerzo y un mal trago para el pobre animal.
En nuestras inmersiones el pulpo será uno de nuestros más habituales compañeros de ruta y durante el día será fácil tras su trinchera de piedras y conchas.
