Habitual en nuestras inmersiones.
La holoturia o cohombro es un curioso animal con forma habitual de pepino, de ahí el nombre con el que familiarmente se le conoce, pepino de mar.
Al igual que las estrellas, ofiuras y erizos pertenece al filo de los equinodermos y casi todos tienen pies ambulacrales es decir, que les sirven para desplazarse por el fondo, pero muy lentamente, casi de un modo imperceptible.
De lo que sí que nos habremos dado cuenta si hemos tocado alguno de ellos es que tienen una consistencia blanda y esponjosa, lo que los haría presa fácil para cualquier depredador si no fuera por su poderosa arma: cuando se ven amenazados expulsan sus órganos internos y algunas especies además unos filamentos blanquecinos conocidos como tubos de Cuvier con lo que generan una maraña pegajosa que atrapa al posible depredador.
Algunos pescadores del Indico y Pacífico los utilizan para frotarse la planta de los pies y crear una capa que los protege frente a cortes cuando caminan por los punzantes corales.

Un curioso animal.
Y seguro que también nos hemos fijado en unas curiosas cápsulas de arena que se amontonan en el fondo y que no son más que los restos de la digestión de la holoturia, que tras filtrar el sedimento expulsan la parte no digerida con este peculiar aspecto.
Como curiosidad, en una inmersión nocturna de verano pude contemplar una holoturia que erguía su cuerpo casi verticalmente y expulsaba una sustancia blanquecina: no era una actitud defensiva sino reproductiva, estaba lanzando el esperma para que se dispersara mejor a la deriva, en el encuentro de los óvulos.
Y otra curiosidad, aunque aquí no los comemos casi, en otros muchos sitios de Asía es un plato exquisito, como en China donde se conoce como ginseng de mar y se consume desde hace cientos de años.
