Estamos en pleno verano y muchas veces me da pereza bucear desde playa con equipo pesado; hay tanta gente y hace tanto calor para ponerse todos los trastos…, así que suelo optar por recorrer el litoral con el ligero bagaje de aletas, gafas y tubo. Y también una camiseta de licra que, aunque no está pensada para proteger térmicamente -ni falta que hace- si que es una muy buena capa frente al rigor solar.
Es buena mañana y el día promete mucho calor así que nada más llegar a la playa de El Campello cojo la cámara y nos lanzamos al agua. Enseguida estamos sobrevolando la cara sur de la Illeta, donde el fondo es duro, de roca, y donde los pequeños peces como las castañuelas se agrupan con tranquilidad, sabedores de que a la mínima pueden salir corriendo y esconderse entre los huecos de las piedras.
Nos abrimos un poco para coger algo más de profundidad; me encanta tomar aire y descender unos cuantos metros, ninguna proeza vaya, sólo 3 ó 4 metros y acercarme al fondo para sentir el agua tal vez más fría, y la vida más cercana. Aquí ya hay una franja de posidonia oceánica y algunas salpas la recorren con parsimonia, moviéndose al unísono como si de un organismo se tratara. Me permiten acercarme bastante pero en cuanto me paso se transmiten una orden que les hace virar rápida y bruscamente de rumbo para separarse de nuestra trayectoria.
Ya estamos frente a la punta de la Illeta, enfilando la cara norte. Un grupo de doncellas me llama la atención desde hace unos minutos. Se están moviendo de un modo frenético y acelerado, sin una dirección aparente, esforzándose por apelmazarse unos con otros y permanecer lo más juntos posible, buscando el roce. Este comportamiento que ya he visto en otras ocasiones parece un ritual de apareamiento en el que el grupo de machos va persiguiendo a una hembra para fecundarla. Nos quedamos mirándolos, intentando seguirlos, y ellos van a la suya, como si nosotros no estuviéramos, no les importamos en este momento trascendental de perpetuarse en la descendencia, por lo que entre la confusión consigo acercarme y fotografiarlos, maravillado de poder haber asistido a una espontánea expresión de la fuerza de la vida. Y todo eso con sólo unas gafas de bucear.
Esta y muchas otras rutas y consejos de snorkel los podéis conocer al detalle en la Guía de Snorkel y vida marina de la Costa Blanca. Al aguaaaaaa!